Engels Ruelas, Javier Castro y su equipo construyen nidos y peonzas con cuerdas, levantan instalaciones con bambú, sacuden el status quo con su innovadora forma de hacer arquitectura. Colectivo Arrabal está formado por un grupo de jóvenes hidrocálidos que destacan por sus instalaciones efímeras, las cuales llevan al espectador a vivir el espacio de una manera diferente.
Sin temor a experimentar con nuevas técnicas, los nominados en el 2020 al “Edificio del Año” por ArchDaily, abren las puertas hacia una arquitectura social que promueve el uso de materiales ecológicos; una arquitectura que construye comunidad y crea conciencia hacia nuestros espacios públicos, se trate de la Feria del Libro de Aguascalientes, el Centro Cultural Los Pinos en la CDMX o una playa en Uruguay.
¿Cómo nace Colectivo Arrabal?
Surgió cuando estudiábamos la universidad (2006-2011) y hablábamos de crear nuestro estudio. Un año antes de terminar, buscamos un espacio para juntarnos, para la pachanga
y para los trabajos.
Con nuestro presupuesto de estudiantes conseguimos una casona abandonada en la calle Barragán, en el centro de Aguascalientes. No había nada pero tenía una estética particular y hasta mágica: fue un hospital mental que ahora lucía abandonado e intrigante.
Empezamos a llamarle “el arrabal” por su precaria condición y ahí nos explayamos sin miedos. El arrabal era eso, un lugar informal que casi parecía que habíamos ocupado
sin permiso.
Después algunos viajamos por Sudamérica y al volver continuamos con la inercia que teníamos desde “el arrabal”. Pensamos que el nombre sería algo temporal pero después maduramos nuestra identidad y lo tomamos por bandera.
Colectivo Arrabal es conocido por sus instalaciones efímeras, ¿Cómo surgió el interés por estos espacios?
Cuando mochileamos por Sudamérica nos sumergimos en la bioconstrucción y sobre todo, en la experimentación con el bambú como material para realizar casi cualquier cosa.
A través de dichas experimentaciones descubrimos la belleza de estos espacios que no son siempre habitables, pero sí vivenciales. En ese viaje dejamos una que otra estructura de bambú que se convertía en un espacio más bien escultórico. El bambú fue nuestro maestro, nos enseñó que con poco puedes hacer mucho, que levantando “tres palos” creas un espacio interesante…, así descubrimos la belleza de hacer algo con las manos que nos permitió divertirnos y aprender, buscar otras estéticas, otras formas, y ver de qué éramos capaces. Esas instalaciones nos quitaron el miedo “a cagarla”, nos animaron a probar con proyectos más grandes y descubrimos que nos alimentaba cada vez más.
¿Cómo es el proceso para conceptualizar sus obras?
Primero lo hablamos, lanzamos reflexiones al aire, damos un tiempo para imaginarlo y que cada quien aterrice un boceto. Luego nos juntamos y entre todos trabajamos cada idea; finalmente definimos cuál es la ideal más fuerte, haciendo un ejercicio de honestidad con objetividad, más allá de nuestros egos personales.
Como arquitectos y diseñadores es importante explorar con diversos materiales, ¿Cómo ha sido este proceso?
La bioconstrucción nos enseñó a usar lo que hay. Con bambú hemos hecho columnas, vigas, mesas, sillas o pisos; si hay botellas viejas las usamos como ventanas, un tronco caído se ha convertido en la columna principal de una cubierta… se siente mejor pisar descalzo la arena que un vitropiso… reflexiones como estas han confirmado nuestra perspectiva de cómo serían los espacios que nos gustaría habitar.
Sus instalaciones llevan a los espectadores a explorar el espacio con todos sus sentidos, ¿Qué componentes consideran cruciales en el diseño de estos?
Lo más importante: la experimentación, transmitir una idea con materiales que en principio no son pensados para eso. E imaginar nomás, imaginar cosas a otra escala y con otro sentido. ¿Cómo se verían unos jarrones enormes colgados y vertiendo su contenido? Pues haces bocetos y empiezas a ver qué pasa.
¿Cómo conectan las obras de Colectivo Arrabal con las personas que las viven?
Nosotros somos el primer filtro. Sabemos que los proyectos van por buen camino si la idea nos entusiasma; si nos sentimos nerviosos y pensamos “¿cómo lo haremos?” porque el resultado no será obvio; si nos despierta un chispazo, también va por buen camino. Nos gusta Imaginar las obras desde la perspectiva de los usuarios y no desde el pedestal del diseñador.
¿Qué lugar juega el respeto al entorno en su obra?
Quizá es algo que traemos de algunos buenos maestros que nos enseñaron en la universidad y en el viaje de la bioconstrucción. Lo que hay es lo que ya estaba antes de que tú llegaras… el que llega tiene que adaptarse al lugar al que llega, no al contrario.
¿Qué consejo le darían a los arquitectos y diseñadores más jóvenes que ustedes?
Que busquen aquello que los motive y que alimenten ese fuego; no porque estudiaste arquitectura siempre deberás ser arquitecto. Mientras percibas y entiendas esos llamados, aunque sientas miedo a seguirlos, cosas bonitas pasarán. Estas reflexiones son a partir de nuestro camino pero cada quien hace el suyo siguiendo su propia brújula.
Podríamos robarle una frase a Niemeyer: “La arquitectura no es lo más importante, lo que sí es importante es la vida, los amigos y este mundo injusto que deberíamos intentar cambiar.”
Obras internacionales
*Memorial a los Migrantes. Colonia, Uruguay (2018)
*Estructura Flor del desierto o Doña Florinda. Desierto de Calama, Chile (2017)
*El Bosque de reciclaje. Córdoba, Argentina (2016)
*Lombriz de bambú. Encarnación, Paraguay (2014)
*Flor de Bambú (“Quando o Efêmero Transcende“). Goiás, Brasil (2012)
Colectivo Arrabal
Los viejos
*Engels O. Ruelas Calderón
*Javier A. Castro García
El sindicato
*David R. Navarro Aparicio
*Uriel Castillón López
*David Berumen Covarrubias
Con ellos empezó todo
*Carlos A. Martínez Rodríguez
*Julio A. Gutierrez Pedroza
*Ricardo Bocanegra Rocha