Por Mau Batres
Cuántas veces has imaginado cuán lejos pueden llegar tus sueños o cuántas veces no has escuchado esos espontáneos “pst-pst” de creatividad que llegan a tu mente en el momento menos esperado sin saber si se materializarán o no. La idea de “hacer realidad tus sueños” adquiere mayor sentido al momento de tomar acción, pero sobre todo, cuando aprendes a soltar y avanzar para recibir aquello que la vida te tiene preparado.
Este es el punto de partida para Mane, Julio y Beto, un trío de jóvenes artistas que, animados por su instinto curioso y disruptivo, fundaron un centro de inspiración que va más allá de un taller de cerámica.
La Falla surgió a finales del 2020 en un contexto incierto y ajetreado como consecuencia de la pandemia, pero manteniendo una visión clara: “llegar más allá de los límites establecidos”. Su nombre se debe a que los artistas pretendían ser un diferenciador en el gremio.
“El taller se llama La Falla porque en aquellos tiempos los tres vivíamos cerca de una falla geológica, aparte de que también es como esta alusión a que nosotros, como egresados, somos como una falla en el sistema”, comenta Julio.
El taller se originó con la intención de conjuntar distintos talentos que pudieran trabajar sus piezas en un espacio de experimentación y producción; sin embargo, conforme empezaron a relacionarse como invitados en diferentes exposiciones como invitados, recibieron constantes solicitudes para dar clases de cerámica, por lo que decidieron ampliar su visión y comenzaron a ofrecerlas desde un enfoque innovador.