En la generalidad de la oferta hospitalaria de las ciudades no era común encontrar un sitio como este, afortunadamente cada día lo es más, y sin duda esto es por los efectos causados por hoteles como el que vamos a comentar.
Ubicado en la ciudad de León, Guanajuato, la urbe que fácilmente podría calificarse como la central de operaciones de la región del Bajío, se encuentra este pequeño hotel boutique proyectado por Mario Plascencia Studio, con aires cosmopolitas a través de un ambiente muy regional.
Un oasis de historia y comodidad en el corazón de León
En el centro histórico de la ciudad, a unas cuantas manzanas de la catedral, se aloja este hotel en lo que aparenta ser una de las cansonas antiguas mejor conservadas de León. El inmueble cuenta con 21 habitaciones de presentaciones distintas, desde aquellas preparadas para recibir cómodamente a un par o dos de huéspedes, hasta aquellas que cuentan con aún más comodidades para sus ocupantes, tales como Terrazas privadas con fogoneros y bañeras.
Entre muchas cosas, este hotel se destaca por sus varias consideraciones; con sus huéspedes, con su historia, con su barrio. A continuación, lo explico: con sus huéspedes es respetuoso, pues la sensación que generan sus atmósferas claramente nos indica que no habría problema en llenar la capacidad del hotel si este tuviera el doble de su aforo, pero nos hace reflexionar sobre la importancia que tienen valores humanos en el desarrollo de este proyecto, ya que claramente antepone la comodidad de sus usuarios a los intereses crudos y meramente cuánticos que tanto dominan esta industria.
El interiorismo de este hotel boutique que cautiva.
Con su barrio se toma consideraciones muy claras, al adoptar una forma que protege su patrimonio y el de sus vecinos, pues a pesar de contar con tres plantas (lo que no es usual entre los vecinos de la cercanía) nunca domina de manera violenta a sus contiguos. Incluso se agradece la manera en que delicadamente mantiene cautivos a sus huéspedes en el interior, como lo hacen ese tipo de casas, pero al llegar a la terraza no puede evitar devolverlo a un entorno urbano histórico con increíbles vistas de los monumentos más impactantes de la zona.
Las atmósferas que genera este hotel boutique son todo un tema, pues son tan variadas como auténticas, parten de las áreas colectivas que se llenan de luz natural dando una sensación de mayor amplitud en los espacios, son en las que se pueden apreciar la mayor parte de elementos originales de la construcción, que en contraste con las áreas de carácter más privado, de paletas cromáticas más oscuras y discretas y detalles brillantes y discretos inundan al huésped de una sensación de delicado acogimiento.
La crudeza de sus materiales de acabados rústicos en conjunto con la delicadeza de la iluminación que en todo momento destacan las texturas, esa luz atrapada entre tabiques, cantera y vigas de madera como testigo del tiempo transcurrido son los ingredientes esenciales para una atmósfera tan cálida y sofisticada como esta.
El equilibrio perfecto entre lo clásico y lo contemporáneo
La calidad de sus áreas comunes supera la expectativa, desde los patios de la casa que reciben con jacarandas a sus visitantes apenas llegan, su restaurante y bar cuya variedad no deja a desear, todo a través de un interiorismo que genera una atmósfera única gracias a la combinación de elementos originales, como los pisos de mosaico (tan tradicionales de la arquitectura patrimonial de la región), los paneles de madera flameada con la técnica Shou sugi ban reflejados sobre un carril de nado que parece escapar por un vano de la fachada y algunas piezas de mobiliario antiguo conjugadas a la perfección con muebles completamente contemporáneos que a través de su materialidad dan una sensación de un sofisticación del espacio.
Las habitaciones, todas distintas sumergidas en el mismo ámbito de calidez que está bien e inusualmente logrado con su paleta material oscuro y de detalles metálicos y en madera, complementada de muebles hechos a medida, walk-in closets y bañeras de cobre, como huésped, son detalles que se agradecen.
Un buen hotel debe funcionar de embajador de su tierra con los visitantes que recibe, mostrar de la manera más cándida lo que tiene para ofrecer, un buen hotel debe ser una amalgama entre el huésped y la ciudad visitada y este hotel lo hace a la perfección como solo los grandes hoteles lo saben hacer.