Oriundo: “Que es originario del lugar que se especifica”. No hay mejor nombre para este hotel que abrirá el 15 de diciembre en Valladolid, Yucatán, y que enaltece la naturaleza, la historia, los oficios y el talento de la península.
El diseño dentro de Oriundo
Por ahora son únicamente ocho habitaciones de lujo en un magnífico terreno de 42 hectáreas de selva, en las que se reinterpretaron los materiales y técnicas de construcción típicos de la región, así como los elementos decorativos tradicionales de la cultura maya. Piedra caliza, madera de tzalam, cuerda de algodón, jícaras y muebles fabricados con la técnica de petatillo están presentes en toda propiedad en una gama cromática de ocres y tonos tierra que armonizan y se mimetizan con la vegetación.
Rodrigo Escalante, director de Grupo Mesones, una empresa dedicada a la gastronomía y hotelería en Valladolid, comenta que el hotel nace de un sueño compartido entre él y su papá y celebra los 55 años de la compañía. Como amantes de la naturaleza, se propusieron desarrollar un espacio donde poder disfrutarla y preservarla, lejos del bullicio de las ciudades, causando el menor impacto posible e incluso manteniendo algunos árboles al interior de las habitaciones.
Arquitectura sostenible y respetuosa con la naturaleza
“El principal reto fue transmitir a ambos despachos (arquitectónico y diseño interior) lo que tenía en mente, superar las dificultades que impuso la pandemia y conservar el mayor número de árboles”, explica.
Al frente del proyecto arquitectónico estuvo la arquitecta meridana Verónica Medina quien tomó en cuenta la bioclimática de la zona, empleó techos altos y el colchón de vegetación para reducir el calor en las habitaciones, echó mano de la mampostería del terreno para emplearla como soporte y elemento decorativo en habitaciones y muros de albarrada –típicos de la región– y aprovechó un recubrimiento regional, el chukum, para darle un acabado mate y natural a muros superficies e incluso, a la impactante alberca que te invita a sumergirte y relajarte. Su trabajo dio como resultado habitaciones amplias, abiertas y orgánicas; con terraza privada protegida por una rústica veranda, jacuzzi y alberca privada.
“El terreno es muy grande y decidir dónde ubicar las habitaciones fue un reto. También queríamos que la arquitectura se sintiera actual pero que representara la cultura de la zona. Mi material favorito fue la piedra y la de este terreno es muy especial por su textura y colores. La usamos en muros, como envolvente junto a la cama, en los baños y en las albercas”, comenta.
Decoración que cuenta historias: Fusionando tradición y modernidad
La decoración estuvo en manos del joven despacho meridiano Chehade Carter diseño interior, quienes integraron materiales y artesanías regionales como el petatillo en sillas, tumbonas y mecedoras; el bejuco en lámparas que cuelgan de los árboles interiores; las jícaras que decoran los muros o las enormes hamacas tejidas en algodón orgánico que dominan el patio o bien, que se transforman en un elemento decorativo al reinterpretarse y colocarse como cabecera de la cama.
Oriundo: una experiencia inmersiva en la naturaleza
Oriundo está lleno de rincones, texturas y sonidos. Rodrigo Escalante menciona que su espacio favorito es la habitación 103 por el número de árboles que se conservaron al interior así como la alberca principal, recubierta de chukum, donde puedes escuchar los sonidos de la selva, mientras que para Deha Chehade, diseñadora de interiores, y Verónica Medina, arquitecta, el espacio mágico es el baño y la banca fuera de este, donde puedes escuchar el sonido del agua mezclado con el canto de los pájaros.
La experiencia de Oriundo va más allá de sus habitaciones, pues cuentan además con un cenote de bóveda abierta donde puedes nadar, tomar una clase de yoga sobre su terraza de madera o cenar “al fresco”; disfrutar un picnic en sus jardines o deslizarte en su tirolesa, asistir a una clase de cocina regional, visitar el meliponario (la miel de abeja melipona es de la más exquisitas del mundo), visitar los pueblos cercanos o perderte en sus tres hectáreas de huerto y descubrir de dónde vienen los ingredientes que llegarán a tu mesa. Y si no puedes desconectarte de la tecnología, no te preocupes, las habitaciones cuentan con televisión y wi-fi.