La vivencia y experiencia de la esfera urbana desde el género
Por Daniela Jaquez
¿Existe alguna relación directa entre mi género y mi experiencia diaria en la esfera urbana?
Durante los últimos años me he cuestionado esto cientos de veces, al igual que muchas otras mujeres a mi alrededor. Y hemos integrado una gran cantidad de “herramientas” a nuestra rutina diaria con el fin de sentirnos más “seguras” mientras nos movemos por la ciudad o al explorar nuevos lugares.
Constantemente me descubro cambiando de acera cuando veo un hombre detrás de mí durante varias cuadras o usando mis audífonos para evitar escuchar el acoso callejero –en México es un tema sobre el que nos queda mucho por hacer– y compartiendo a mis amigas mi ubicación en tiempo real “por cualquier cosa”, avisando que llegué “con bien”. No tengo duda de que mi género –sí, ser mujer– dicta muchas, si no es que todas, mis decisiones diarias con respecto al transporte y movilidad dentro del espacio urbano.
Roles de género en el espacio privado
Este tema también se hace visible al hablar del espacio privado; las opciones y posibilidades de experimentarlo y habitarlo están ligadas al género, ya sea en la casa o en restaurantes, gimnasios, bares, etc. La diferencia en cómo algunos usuarios viven mientras que otros sobreviven el mismo espacio nos dice que es necesario repensar el papel del quehacer arquitectónico desde una perspectiva de género. Cuestionando para quién se diseña y los requerimientos de este usuario; modificar la idea de que el espacio es neutro, pues es completamente incorrecta. Y por ende, entender y proponer espacios que resuelvan las necesidades de toda la población, no solo del 50 % de esta.
Si bien en la actualidad las mujeres cada día nos apropiamos más de espacios, plataformas y lugares en los que antes no éramos bien recibidas o de los que ni siquiera podíamos formar parte. Aún queda mucho por hacer, y es que no es tan simple como repensar la ciudad y querer reconstruirla, sino que es un trabajo multidisciplinario que tomará al menos un par de décadas. La ciudad es un recordatorio de quién la diseñó. Es decir, cuando transitas por calles inseguras, entras a restaurantes y bares pensados solo para hombres o para un solo tipo de mujer (la madre) que, aunque en algunos casos se contempla, sigue excluyendo a muchas otras.
Y es que desde la antigüedad el espacio se ha estructurado de acuerdo con los requerimientos propuestos con base en los roles de género y se han perpetuado hasta la actualidad. Por un lado, el rol del hombre como proveedor y por el otro, a la mujer como cuidadora primaria del hogar, ocupan y habitan cada uno el espacio de manera distinta, aunque hablemos exactamente del mismo espacio.
Baños públicos: más allá de las etiquetas de género
La ciudad y el espacio público fungen en su mayoría como el lugar de trabajo del hombre mientras que el espacio doméstico o privado aún se sigue reservando para la mujer. También esto dicta cuáles son las opciones y tareas disponibles para cada uno.
Un ejemplo para visibilizar este tema son baños públicos, los cuales no solo segregan a una gran parte de la población al proponer el uso de etiquetas de acuerdo al género masculino y femenino y así dejar fuera a cualquier otra persona que no se identifique con ninguna de estas dos clasificaciones. También está el hecho de que generalmente, al menos en México, la estación de cambio de pañales se encuentra casi siempre en el baño de mujeres. Delegando una vez más el rol de cuidadora primaria a la madre y excluyendo y negando la posibilidad al padre de realizar esta tarea tan simple que también le corresponde. Otra cuestión es el espacio que existe entre el inodoro y la puerta. En numerosas ocasiones queda de manifiesto que fueron concebidos para alguien que orina de pie pues es insuficiente para alguien con las rodillas flexionadas, como hacemos naturalmente las mujeres.
Reimaginando el diseño: apropiación del espacio sin restricciones
Tales construcciones del espacio público y privado no hacen más que seguir perpetuando los roles de género y patriarcado. Segregando así a más de la mitad de la población y determinando quién tiene derecho a habitar cada espacio. Este constructo social propone y define límites no solo sociales sino también espaciales. Que determinan quién pertenece a un lugar y quién debe ser excluido del mismo.
Se trata entonces de repensar el espacio, no solo el público sino también el privado. Donde el género no determine las opciones disponibles para cada usuario, sino que de manera libre y consciente, este se apropie del mismo de acuerdo con sus necesidades y gustos. Diseñar espacios con perspectiva de género que sean suficientes para responder a las necesidades de todos los grupos de población. Solo al ver la arquitectura y el diseño de espacios desde una nueva mirada. Que contemple las diferencias y las necesidades de cada grupo, se logrará una ciudad más habitable, segura y funcional para todas y todos.
¿Quién es Daniela Jaquez?
Daniela Jaquez (28 años) es egresada de la facultad de arquitectura de la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Su trabajo se centra en temas de vivienda social y urbanismo pero también le apasiona el diseño de modas, industrial, el arte, la música, la literatura y explorar las ciudades caminando y con un café en mano.