Por Lucero Cabañas Melo
A Victoria Velázquez, una querida amiga arquitecta, y a su compañera, Christina Segoviano, les gusta georreferenciar momentos a través de Google Maps. En vísperas de la conmemoración del 8M del 2021 me comentaron que lanzarían una convocatoria abierta para realizar una manifestación virtual dirigida a las mujeres que no marcharían en las calles debido a la pandemia.
Nos preocupaba dejar de manifestarnos en los espacios públicos, ceder un centímetro de concreto en un país alarmantemente violento y desigual, que además apuntaba un alza en las estadísticas de violencia doméstica a partir del inicio de la contingencia sanitaria y que además censuraba y ridiculizaba cualquier manifestación feminista. No era una opción pasar un 8 de marzo sin reclamar con urgencia transformaciones profundas para que las mujeres accedamos a la justicia, a una vida libre y sin violencia.
Cartografía histórica: el arte de vincular voces a traves del tiempo
Históricamente, los primeros mapas fueron una de las herramientas básicas para apropiarse de territorios, dibujos para soñar lo desconocido, reproducir proporciones y las distancias de la superficie de la Tierra, imaginar el punto donde inicia y termina el mundo. Trazados en arena o arcilla, su objetivo era –y sigue siendo– dejar un registro de tramos terrestres, acuáticos y celestes para nombrar y vincular las voces históricas que narran un momento específico de la civilización.
Para leer un mapa es indispensable su simbología pues sintetiza en guiños y anotaciones lo que resalta en ese pedazo de territorio plasmado en papel y sirven como subtítulos para facilitar la visualización del paisaje y los rasgos representativos de una cultura.
¿Cuál es la propuesta de #PintasPandémicas?
La propuesta de las #PintasPandémicas funcionaba a partir de una biblioteca digital de libre acceso con imágenes en png de pintas o grafittis hechos en años anteriores por manifestantes de los movimientos feministas, para que, sobre la foto de un edificio, calle o monumento en Google Maps, se insertaran como stickers de manera muy sencilla con cualquier editor de imágenes básico, esto con la intención de que la fachada quedara marcada e intervenida por la fuerza del glitter mexicano.
La foto editada se subiría en Google Maps como referencia geográfica del lugar exacto para que cualquier persona que visitara digitalmente ese punto a través de los servicios del mapa o búsquedas, la viera y construyera el paisaje post manifestación.
https://www.instagram.com/pintas.pandemicas/
Una manifestación digital que trasciende fronteras
Esta acción online recorrió varios puntos del país e incluso, de Chile. Llegaron fotografías de escuelas, instituciones, plazas, calles y monumentos marcados con los símbolos de las manifestaciones feministas y se quedaron impresas en el espacio público que es internet.
Fue así que la pandemia, por medio de las pintas digitales, nos permitió encontrarnos desde otros espacios, habilitando una dimensión más para delinear nuevos mapas, usos y dinámicas, que aportan a la colectividad y a la transformación cultural. Además, fue un soporte para la conformación de comunidades basadas en el respeto y la dignidad, que navega entre las aguas de lo físico, online, público y/o privado.
#PintasPandémicas: la herencia para las generaciones futuras
Mi abuelo siempre tuvo a la mano su Guía Roji actualizada, una obra cartográfica relevante que contenía las rutas de carreteras, planos de ciudades y poblaciones de todo México en un mundo en el que no existían los teléfonos inteligentes.
Mientras bebía su té, apuntaba los nombres que le parecían graciosos y los nombres repetidos; trazaba las rutas para llegar a la ciudad de México desde Atotonilco, donde nació; circulaba el pueblo donde trabajó su papá y donde nació su mamá; ponía asteriscos en los lugares que quería visitar otra vez, como Manzanillo… Ese análisis geográfico se construía, además, por fechas, grandes personajes y muy buenas anécdotas que me dejaban conocer un poco de quién fue él en momentos y lugares específicos.
A mí también me gustaría tener mi Guía Roji, pero uso Google Maps. Ahí marco mis lugares favoritos, las rutas a lugares que anhelo conocer, escribo comentarios sobre distintos espacios para que otras personas los lean. Intento borrar los puntos que nunca volveré a pisar, donde me sentí insegura o iracunda; planeo por dónde es más seguro cruzar en bici; georreferencio los puntos de la ciudad donde pegué stickers y, por si las dudas, donde me han picado las abejas.
Para mí es importante saber que, si llego a tener nietes, podré enseñarles mi lista de Google Maps con las georreferencias de todas mis pintas y así explicaré con cuánta urgencia tuvimos que empoderar nuestro ser político para hacernos visibles en todas las dimensiones, hasta llegar a vivir una ciudad libre de violencia; necesitábamos ser graffiti verde sobre cantera institucional.
Otras formas de manifestarnos: construyendo la narrativa feminista en el ciberespacio
Las pintas hechas en monumentos históricos ayudaron a visibilizar el movimiento feminista en México así como a la toma de consciencia sobre el alarmante número de feminicidios reportados en el país, sin que las autoridades tomen carta en el asunto.
Las posturas en torno a al tema son muchas y han dado pie a reflexiones como las de la artista Julieta Gil y su obra Nuestra Victoria, las expresadas en la Revista 925 de Artes y Diseño de la UNAM “Pensando las pintas feministas desde la arquitectura” o las de la galerista mexicana Mónica Manzutto, quien en una entrevista al diario español El País, dijo que ella dejaría las pintas feministas en los monumentos arquitectónicos.
https://youtu.be/VLJXyvroa6E