Daniela camina por un sendero de tierra suelta y piedra volcánica. Lleva un overol de bermudas a rayas blancas y rojas, playera negra y una gorra del mismo color. Del bolsillo del peto sobresale una ramita y, mientras camina, examina las flores secas de un bosque de plantas nativas –es decir, aquellas que han crecido y reproducido de forma silvestre por muchos años, sin ayuda del ser humano–. Si encuentra semillas, solo toma un par, luego posa sus dedos sobre la planta y guarda las semillas en la bolsa del peto. Es una chava como las plantas que dominan este paraje: natural y también, un poco salvaje.
La esencia de Malahierba Colectiva es como sus coordinadoras: espontánea, natural y comprometida con la regeneración de flora nativa en nuestros espacios públicos para así revalorarla en nuestra cultura. Y aquí vale la pena explicar la importancia de las plantas nativas: son aquellas que mejor se adapta a su medio, establecen redes con otras especies –intercambian nutrientes y agua, proveen sombra o un microclima favorable, protegen y enriquecen el suelo además de atraer animales benéficos– y tienen un significado y valor cultural, tradicional, medicinal y nutricional en la región donde se encuentran. Dicho de otro modo, cada especie nativa es una reserva de biodiversidad invaluable.
¿Qué hace Malahierba Colectiva?
Como colectiva femenina recuperamos el paisaje y la vegetación nativos, su valor en nuestra cultura, y su lugar en nuestra ciudad como regeneradores territoriales, sociales y ecosistémicos, además de valorar los refugios de especies y de mujeres locales; somos embajadoras de la flora nativa y como ella, “crecemos donde queremos”.
¿Por qué nace Malahierba?
Valorar la biodiversidad local nos impulsa a generar cambios positivos en nuestro entorno. Nos dimos cuenta de que para lograr una metamorfosis significativa en el paisaje, el medio y la mentalidad, no podíamos hacerlo solas, ni dentro de los cánones preestablecidos del paisaje globalizado y colonialista (el que dicta que los jardines deben ser grandes extensiones de pasto verde adornados con especies vegetales que se mueren porque no están adaptadas al lugar donde se siembran o requieren más cuidados).
Para que el proyecto funcione, necesitamos muchas manos dispuestas a participar porque Malahierba es solo la semilla. Nos interesa abonar a la conservación de nuestra biodiversidad y vivir en un medio sano y agradable.
¿Quiénes coordinan Malahierba?
Actualmente la colectiva cuenta con cuatro coordinadoras que compartimos nuestro interés por el paisajismo, la biodiversidad y el urbanismo. Ale Pérez, arquitecta y próxima urbanista, se define como “malhablada, malpensada, mala influencia y mala hierba”. Ama hacer ciudad y considera que es un privilegio involucrarse en la creación de los espacios que habitamos todes. Además, le encanta montar a caballo, estar en el campo y la cheve helada.
Daniela Soto
Daniela Soto es arquitecta, artista, curiosa múltiple, así como ceramista, pintora, ilustradora, micóloga amateur y paisajista. Le fascina lo salvaje en ella misma y allá afuera y piensa que “la mala hierba es como la mala música: solo peca de vulgar”.
Giselle Maragued
Giselle Maragued, es decir, yo, soy paisajista y amante de todas las malas hierbas. Veo al espacio público como ecosistema y punto de encuentro entre la gente y la naturaleza. Me gustaría devolver a través del paisaje algo de lo que hemos arrebatado al mundo y mi pasión es recolectar, germinar, reproducir y plantar especies nativas del Altiplano mexicano.
Elena Siqueiros
Por último, la doctora María Elena Siqueiros Delgado es bióloga y es quien nos ayuda a darle bases científicas al proyecto. Ella trabajó durante casi 40 años en la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA) especializándose en exploración botánica, manejo de Áreas Naturales Protegidas en el estado y durante 30 años salió semanalmente a recolectar especies vegetales que ahora forman parte del herbario de la UAA, una de sus grandes aportaciones.
Nos conocimos en Aguascalientes en el 2017, y entre pláticas descubrimos nuestro amor por la naturaleza, en especial por lo rebelde, lo salvaje y lo nativo, fue así que empezamos a recolectar semillas por curiosidad, y desde entonces hemos pasado muchos días buscando semillas y esquejes de plantas nativas que luego sembramos en los huecos descuidados de la ciudad. Después intentamos convencer a más personas sobre la belleza rebelde, los ciclos estacionales y el valor ecosistémico de estas plantas.
En 2022 concluimos que nativizar nuestros espacios públicos y cambiar la mentalidad de otres ciudadanes es más grande que nosotras, entonces conocimos a Ale –que es más organizada y una apasionada del urbanismo feminista– y fue en ese momento que nació Malahierba Colectiva con la intención de propagar el cariño por la biodiversidad local y el deseo de mejorar nuestro medio. Lo más emocionante fue cuando la doctora Siqueiros se sumó al proyecto, aportando toda la sabiduría y experiencia que nos faltaba.
El camino de Malahierba
En estos años nos hemos percatado de la limitada variedad de opciones de plantas nativas que existen en los viveros así que decidimos experimentar en crecer nuestras propias plantas, convencidas de que su belleza incomprendida terminará por enamorar a otras personas.
También somos una red creciente de personas que conocen, cuidan y protegen el medio ambiente, entendiéndolo como su casa y como lo que sustenta a las especies nativas y migratorias locales, viéndolas como nuestros vecinos e iguales, y esto lo logramos a través de la generación y cuidado colectivo de espacios verdes públicos con plantas nativas que forman pequeños ecosistemas para proteger y alimentar refugio a animales locales.
Actualmente contamos con un banco de semillas locales que tiene más de 10 mil semillas de unas 100 especies diferentes y echamos a andar una campaña de reforestación. Asimismo, damos a conocer a los viveristas y ciudadanía, la necesidad y beneficios de integrar especies nativas en el paisaje. Nadie ama lo que no conoce por ello intentamos despertar el amor por nuestra biodiversidad en las personas que conviven con los paisajes que intervenimos; puede ser desde plantado asclepia o algodoncillo, que funge como único sustento para la mariposa monarca, hasta difundiendo los macroservicios del mezquite, como son mayor recarga freática, sustento para polinizadores, captación de polvo y contaminantes, entre otros.
Bombas… de semillas
Otra de las acciones que realizamos es la elaboración de bombas de semillas con especies nativas, recolectadas responsablemente de forma local por medio de la cosecha honorable –una ideología nativa americana en la que debes conocer a la planta y pedirle permiso para tomar algo de ella, nunca tomar más de la mitad de lo que tiene disponible, ser agradecida y darle algo a cambio, como un poco de agua o un buen deseo–.
Nuestras bombas tienen especies de todos los estratos (arbolado, arbustos, pastos, cubresuelos…) para alejarnos de los discursos institucionalistas con reforestaciones poco efectivas, donde se entiende a los árboles como individuos y no como comunidad.Creemos que Malahierba es de todes les insubordinades que aprecian el paisaje local por encima de los estándares colonialistas de belleza y para que crezca, estamos en la búsqueda constante de personas interesadas en conocer, cuidar y nativizar su entorno. Creemos que es importante que nuestros espacios verdes nativos los generemos, regeneremos y cuidemos como sociedad.