Mano con colores profesionales de dibujo en un lienzo negro
El hábito de creatividad

¿Cómo ser creativo? | El hábito de la creatividad

Mariana Rangel Mercado

Cuando pensamos en creatividad es probable que lo primero que asociemos a esta sean los nombres de célebres artistas como Diego Rivera (pintor y muralista), Frida Kahlo (pintora), Elena Poniatowska (escritora, periodista y activista), Pedro Friedeberg (artista y diseñador), Francisco Toledo (pintor, escultor y activista), Alfonso Cuarón (director de cine), Gabriel Orozco (artista), Guillermo del Toro (director de cine), Benito Taibo (escritor), Tatiana Bilbao (arquitecta), Gladys Tamez (diseñadora de moda), Bianca Marroquín (cantante, bailarina y actriz), Alondra de la Parra (directora de orquesta), o Daniela Liebman (pianista).

 A menudo pensamos que la creatividad es un don reservado para un grupo selecto de individuos, un talento innato que solo poseen genios excepcionales.  Sin embargo, esta percepción está lejos de la verdad. La creatividad no es un privilegio exclusivo, sino una habilidad intrínseca a la condición humana, al alcance de todos.

El Hábito de la Creatividad

Colaboración creativa: la fuerza detrás de nuestros logros

La cultura actual promueve la idea del individuo y premia los logros como si estos fuesen obra de la mente inconexa de un solo gran creador. Pero la creatividad no se trata, después de todo, de un esfuerzo solitario limitado a la obra de un genio o de algún pensador particularmente original. La creatividad se basa en la cooperación, la interconexión de ideas, experiencias e imaginación.

El éxito de nuestra especie y los avances de los que disfrutamos hoy en día no se deben al prodigio de un contado grupo de personas, si no a la acumulación de ideas que se han transmitido de generación en generación y de un grupo humano a otro por cientos de miles de años. Hemos sobrevivido y prosperado cada vez más gracias a nuestra excepcional capacidad de colaboración creativa.

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El motor de nuestra evolución

La creatividad está en la raíz misma de cómo evolucionamos y por qué somos como somos. Es nuestra capacidad de ir y venir entre los reinos de “lo que es” y “lo que podría ser” lo que nos ha permitido ir más allá de ser una especie exitosa para convertirnos en una especie excepcional. Al mismo tiempo, la condición inicial de cualquier acto creativo es la colaboración. Más a menudo que no, son cientos o incluso miles los que colaboraron para producir los momentos creativos más trascendentes.

Estas colaboraciones que suceden a través del tiempo y el espacio ocurren a veces en equipo activo y otras, no menos importantes, tomando de referencia el trabajo de personas a quienes jamás conoceremos. Citando a Twyla Tharp “las personas que colaboran bien logran más de lo que los miembros más talentosos del grupo podrían lograr por si solos”.

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La danza de la innovación

He mencionado antes que la creatividad es una cualidad inherente a Homo Sapiens, y es importante recalcar que esta no es solo asunto del arte. Los humanos somos verdaderos maestros en este arte de adaptarnos a las dificultades, y proponer soluciones inéditas. Se requiere de mucho pensamiento creativo para generar nuevos avances científicos, para construir las gigantescas estructuras que nos acogen y nos transportan, y para enfrentar los grandes y pequeños desafíos que se presentan en la vida cotidiana. Sin embargo, esto no quiere decir que todos ejerzamos esta habilidad, al menos no en todo su potencial.

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Somos seres creativos por naturaleza, pero nos las hemos ingeniado para reprimir esa capacidad de realizarnos a través de nuestras ideas y proyectos. La creatividad ha quedado relegada a un segundo plano, por más que sea un requisito en todas las búsquedas laborales. No nos la enseñan en la escuela, ni en la universidad. Llegamos a la adultez sin tener tiempo para ser creativos, y saturamos nuestras vidas con cantidades abismales de información, objetos, responsabilidades, pensamientos y preocupaciones que nos distraen de nuestras pasiones y por lo tanto de nuestro poder creativo. Ante esto ¿Quién tiene tiempo de oír el deseo interior de hacer realidad una idea? ¿Cuántos logran detener este tren supersónico que dirige nuestras vidas a una velocidad tan alta que no permite disfrutar del paisaje?

Lo cierto es que esta destreza requiere de práctica constante. Aquellas personas que ejercen la creatividad como profesión procuran facilitar que el fenómeno suceda. La clave para desbloquear la creatividad radica en cultivar el hábito creativo. Para que la inspiración florezca hay que tomar una actitud particular hacia la vida, frente a los hechos y en relación con nuestro ambiente. Se requiere en primera instancia de curiosidad constante, observación activa, investigación obsesiva y trabajo arduo.

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La curiosidad: el prisma de la inspiración

La curiosidad nos permite apreciar el mundo bajo otros lentes; los detalles resaltan, los colores se abrillantan, y las experiencias más mundanas se vuelven momentos de inspiración. Una mente curiosa pone más atención a lo que la rodea, el deseo de investigar se vuelve obsesión y la información que antes era abrumadora se torna útil. Las mentes creativas se obsesionan por el tema que les apasiona, lo cual permite notar patrones y crear nuevas conexiones de forma constante.

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El proceso creativo

El proceso creativo es tan diverso y variado como los individuos que participan en él, pero a menudo sigue una trayectoria similar. Comienza con la inmersión, cuando el creador se sumerge en el tema, permitiendo que las ideas se filtren y gesten. A esto le sigue la incubación, un período de reflexión y procesamiento subconsciente durante el cual pueden surgir ideas aparentemente de la nada.

Luego viene la iluminación, el momento “¡eureka!” en el que de repente se aclara la solución a un problema o la semilla de una idea. Finalmente, el proceso creativo culmina en la verificación, cuando el creador prueba y refina su idea. Este trayecto implica inevitablemente el error y la iteración. Es mediante la experimentación y la disposición para aceptar los errores que se alcanzan nuevas y audaces ideas. La creatividad, en esencia, es un viaje de descubrimiento y aprendizaje continuo. Implica exponerse a nuevas experiencias, perspectivas y nociones, y permitir que la mente vague libremente en busca de inspiración.

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Creatividad y felicidad: un vínculo indisoluble

Todo este asunto requiere de mucho trabajo y tiempo, pero existe una razón importante por la cual muchos, incluyendo a GRID Magazine, animamos a otros a emprender este camino, y es que la creatividad tiene mucha relación con la felicidad. Mihály Csíkszentmihályi, un importante psicólogo húngaro, dedicó su vida a investigar la relación que existe entre ambos estados. Parte de su investigación incluyó el entrevistar a múltiples profesionales de distintos indoles, y detectó una constante, todos ellos coincidieron en que se sentían plenamente realizados cuando su trabajo les permitía crear algo que fuese a ayudar a otros, y los hiciera felices mientras lo estaban realizando.

Sus entrevistados coinciden en describir la experiencia como un momento de total éxtasis al crear, a tal punto de sentir que dejaban de existir, en esos momentos decían que experimentaban la sensación de que su cuerpo no les pertenecía y que no tenían nada que ver con lo que estaba sucediendo. Debido a la sensación de que tu creación fluye espontáneamente, se le acuñó a este estado Flow.

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¿Cómo fluir en la creatividad?

La experiencia de fluir suele ocurrir cuando nos encontramos completamente involucrados en lo que estamos haciendo, las tareas que realizamos representan desafíos, y sentimos que contamos con gran claridad interior y con las herramientas adecuadas para resolverlos. Es un estado psicológico específico, que experimentamos cuando hacemos una tarea que nos apasiona y que hemos practicado de forma ardua y constante. Durante este Flow que genera creatividad, placer y pasión, suceden muchas cosas: perdemos la noción del tiempo y del espacio, perdemos la noción de nosotros mismos, dándonos una sensación de serenidad, sin preocupaciones, y sentimos crecer más allá de los límites del ego.

Ya sea que te consideres un creativo experimentado que se siente estancado en este momento, o que estés comenzando tu viaje en el mundo de la creatividad, te invitamos a adoptar el hábito de la creatividad. Dedica un momento diario para detenerte a apreciar los detalles ocultos en medio del vertiginoso ritmo de la vida moderna. Cultiva tu curiosidad, mantente abierto a nuevas experiencias y perspectivas, y no temas experimentar y cometer errores. Recuerda que la creatividad es un viaje que se emprende mejor en compañía. Nada es más inspirador que rodearte de personas inspiradas, donde el intercambio de ideas y la colaboración pueden llevarnos a logros que superan nuestras expectativas individuales.

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