En los últimos años, el paisaje arquitectónico y el diseño de interiores han experimentado una transformación cromática radical, marcada por la muerte del color. Los colores vibrantes han sido relegados a un segundo plano, mientras que las paletas neutras dominan espacios residenciales, comerciales y públicos. El negro, el blanco y el gris se han convertido en los protagonistas absolutos, generando una estética uniforme y monocromática que define la tendencia actual. Pero, ¿qué hay detrás de este cambio?

Minimalismo y la neutralidad visual
El auge del minimalismo ha jugado un papel crucial en la reducción del uso del color. Inspirado en la filosofía de “menos es más”, el minimalismo busca la simplicidad visual y la funcionalidad del espacio. En este contexto, los colores neutros refuerzan la idea de pureza, orden y sofisticación, eliminando elementos que puedan considerarse distractores visuales.

Las plataformas como Instagram y Pinterest han influido en la percepción estética del diseño contemporáneo. La neutralidad cromática es percibida como atemporal y elegante, lo que la convierte en la elección ideal para la fotografía y la proyección de una imagen cuidada en redes sociales. Esto ha llevado a que muchos diseñadores y arquitectos prefieran paletas de colores más discretas y homogéneas.

Estandarización y facilidad de aplicación
El uso de colores neutros también responde a cuestiones prácticas y comerciales. Al optar por una gama cromática limitada, los diseñadores facilitan la fabricación, mantenimiento y comercialización de productos y espacios. Además, los colores neutros permiten una mayor adaptabilidad a diferentes estilos decorativos y preferencias personales.

¿La muerte del color en la arquitectura y el diseño?
A pesar de esta tendencia hacia la neutralidad, hay movimientos emergentes que buscan reivindicar el uso del color como una herramienta expresiva y emocional. Diseñadores como India Mahdavi y estudios como Memphis han demostrado que la paleta cromática vibrante puede ser una declaración de identidad y creatividad.
El futuro podría traer un renacimiento del color, impulsado por la necesidad de individualidad y personalización en el diseño. Mientras tanto, la sobriedad cromática sigue dominando el panorama estético contemporáneo, dejando en suspenso la pregunta: ¿Estamos presenciando la muerte del color o simplemente una pausa en su evolución?